Todo empezó a principios del siglo XX, cuando unos monjes franceses trapenses huyeron a Watou, Bélgica, para no pagar impuestos.
Estos miembros de la Orden Cistercience levantaron el monasterio en donde varias décadas después se produciría esta exquisita cerveza.
Actualmente Brouwerij St. Bernardus, tiene una producción anual de 40 mil hectolitros y ofrece diferentes variedades, para todo tipo de paladares.
Años previos fabricando queso
Una vez que se establecieron bajo el nombre de “Refugio de Nuestra Señora de San Bernardo” en Watou, Bélgica, los monjes tenían que buscar una actividad que les permitiera sobrevivir y mantener la abadía. A diferencia de otros colegas, estos muchachos optaron por fabricar queso, una especialidad bien francesa. En 1930, tras poco menos de 30 años en Bélgica, los monjes decidieron volver a su país, que ya no era un terreno tan hostil para ellos (el anticlericalismo en Francia fue muy marcado en la segunda mitad del siglo XIX).
Pero uno de ellos, Evarist Deconinck, decide quedarse y hacerse cargo de la quesería, a la que le iba realmente bien por cierto. Sus productos se vendían bajo el nombre de “St. Bernard Watou” y “Port Salut de Watou”.
Producción de cerveza
Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, los monjes trapenses de Westvleteren tuvieron que suspender la venta de sus cervezas y vieron en la abadía San Bernardo una oportunidad para continuar el negocio.Fue así que enviaron al maestro cervecero Mathieu Szafranski, de origen polaco, y cerraron un trato con Deconinck por los próximos 30 años. Szafranski no solo llevó su conocimiento y las recetas, sino que trajo consigo la levadura especial con la que se elaboraban las bebidas en la abadía de San Sixto, en Westvleteren. Este ingrediente fue la razón principal por la que las cervezas trapenses St. Bernardus fueron un éxito desde los primeros meses de venta.
En 1959, el monasterio se desprende de la quesería y solo se dedica a la fabricación y comercialización de la bebida alcohólica.
Desde el principio, las cervezas St. Bernardus destacaron no solo por la calidad en la elaboración, sino también por la variedad de estilos, con productos para todo tipo de paladares.
Caída del acuerdo
En 1992, el acuerdo llegó a su fin porque monjes trapenses habían decidido otorgar esta calificación sólo a las cervezas provenientes de monasterios y elaboradas por sacerdotes.
A partir de aquí, los productos comenzaron a comercializarse bajo la marca “St. Bernardus”, sin mención alguna a su tradición monástica.
Fue un momento de gran incertidumbre hasta que en 1998 se hizo cargo de la fábrica Hans Dypere. Lenta pero constantemente, el hombre volvió a poner en marcha la cervecería.
Actualidad de Brouwerij St. Bernardus
Desde que Dypere se hizo cargo, la fábrica pasó de elaborar unos pocos miles de hectolitros anuales a unos 40 mil en el año 2017.
Actualmente, elabora 8 variedades, de las cuales 7 llevan el nombre de “St. Bernardus”, con diferentes estilos y graduaciones alcohólicas. La restante se conoce como Watou Tripel, una Belgian Tripel.
En 2018, se hizo una importante inversión para ampliar la fábrica, lo que demuestra que Brouwerij St. Bernardus tiene intenciones de seguir aumentando su producción en el futuro.